MEDIACIÓN FAMILIAR

¿En qué consiste?

La mediación es un proceso que ayuda a las personas a ponerse de acuerdo en situaciones que aparentemente parecen difíciles de resolver. Se trata de un servicio especialmente útil en situaciones de divorcio, separación o establecimiento de guarda y custodia. Los cónyuges o progenitores solicitan o aceptan la presencia de un “mediador”, con el objetivo de poder alcanzar acuerdos que les faciliten su relación como padres, establecer los intereses comunes, y finalmente, promover una negociación que genere acuerdos satisfactorios para todas las partes y especialmente para los hijos menores.

La mediación familiar tiene como principal objetivo fomentar una aproximación entre las personas inmersas en un conflicto de pareja, permitiéndoles clarificar e identificar los intereses comunes, para desarrollar una negociación que se concrete en acuerdos beneficiosos para toda la familia.

La mediación es una herramienta de resolución de conflictos y como tal se persigue buscar acuerdos amistosos y evitar que los conflictos empeoren o se judicialicen. Esto es especialmente importante cuando los conflictos tienen lugar entre miembros de una misma familia o entre personas que van a seguir colaborando estrechamente juntas.

Ventajas de la mediación familiar

Entre las ventajas del proceso de mediación familiar encontramos:

  • Aporta soluciones personalizadas que se adaptan a la realidad de cada familia.
  • Preserva la intimidad: los asuntos privados se tratan entre las partes y el mediador.
  • Es rápida. El tiempo es muy importante. Eso evita que la tensión en la que vive la pareja en esos primeros momentos acabe dañando irreversiblemente la relación entre ellos o con los hijos.
  • Conserva las relaciones entre las partes. Los hijos son los primeros beneficiados. Pueden seguir compartiendo con sus padres los momentos importantes de su vida. En una mediación con éxito nadie pierde y por lo tanto no se generan los resentimientos hacia la otra parte que crea un pleito.
  • Es flexible: los plazos, el ritmo y los temas a tratar se adaptan a las circunstancias.
  • Es efectiva: lo que se acuerda voluntariamente tiene un mayor grado de cumplimiento que lo que nos imponen.
  • Afrontar con madurez y responsabilidad la propia separación “repara” la sensación de fracaso personal que suele acompañar a los cónyuges.
  • Evita secuelas emocionales que pueden perpetuarse en el tiempo y condicionar negativamente futuras relaciones.