TRASTORNO DE LOS SONIDOS DEL HABLA (TSH)
El Trastorno de los Sonidos del Habla (TSH) es una alteración en la producción articulatoria de los sonidos y/o el uso funcional de los sonidos de una lengua (fonemas) que afecta a la inteligibilidad del habla en diferentes grados (Susanibar, Dioses y Tordera, 2016).
A este trastorno se le ha llamado anteriormente como dislalia, trastorno de la articulación o trastorno fonológico. Los síntomas del TSH son las alteraciones fonéticas, fonológicas o ambas.
Las alteraciones fonéticas son la incapacidad para articular los sonidos, a pesar de que por edad cronológica ya se deberían haber adquirido. Se pueden deber a un mal aprendizaje motor, como suele ser el caso del fonema /rr/ cuando se articula de forma gutural, a un problema en las estructuras orofaciales como el frenillo lingual o a trastornos neuromotores como la disartria. Las alteraciones fonéticas se observan cuando se articula el sonido de forma aislada, en sílabas palabras y conversación.
Por otra parte, las alteraciones fonológicas son procesos de simplificación retrasados o inusuales en los que el niño puede articular el sonido de forma aislada o por repetición pero no lo utiliza de forma correcta en su lenguaje espontaneo. Por ejemplo, un niño que dice de forma correcta el sonido /l/ y puede repetir la palabra /león/ pero en su lenguaje espontáneo lo sustituye por una /d/ y dice /deón/. Se puede asociar a una alteración funcional cognitivo-lingüística, a un déficit auditivo o a un error en la discriminación o reconocimiento de los sonidos del habla.
En ocasiones, ambas alteraciones se presentan de forma simultánea en diferentes sonidos. Existiendo fonemas que todavía no se hayan adquirido y, a la vez, otros sonidos que sí se articulen de forma aislada pero en su lenguaje espontaneo omita, distorsione o sustituya.
La intervención logopédica en edades tempranas es esencial para el correcto desarrollo del lenguaje, así como evitar futuras experiencias negativas asociadas a la falta de comprensión del habla por parte del interlocutor. Además, previene futuros problemas de lectoescritura derivados del déficit en el reconocimiento de sonidos y de su propia articulación.