Tratamiento de adolescentes desde una perspectiva familiar
A menudo recibimos en nuestra consulta a numerosos padres que piden una valoración psicológica de sus hijos, en este caso adolescentes, preocupados por su comportamiento pasivo/agresivo, baja motivación académica, falta de responsabilidad y madurez en diferentes áreas vitales, dificultades a la hora de establecer límites o normas etc…
Hoy día podemos encontrar diferentes perspectivas a la hora de tratar las dificultades que conlleva la etapa de la adolescencia, pero sin duda encontramos una mejora más rápida y eficaz de la sintomatología cuando la intervención se basa en la terapia familiar, incluyendo a todos los miembros que forman el sistema del adolescente.
La adolescencia se caracteriza por una serie de cambios biológicos, pero sobre todo por na transformación social que repercute en cada una de sus áreas; desde la familiar donde van necesitando su intimidad y cuentan menos con los padres, hasta la social donde deben ir consiguiendo la integración en un grupo de iguales. Unido a todos los cambios a los que se va exponiendo el adolescente se va desarrollando su autoconcepto, autoestima y seguridad, y por lo tanto influyendo en el desarrollo normalizado de su área personal, social e incluso académica.
Por todo ello, resulta ineficaz tratar al adolescente al margen de un contexto social, ya que no existe de forma independiente al sistema familiar o social que lo define. Es aquí donde toma especial importancia la figura de los padres y los estilos educativos que emplean con sus hijos. Durante el tratamiento se les ayuda y entrena hacia una educación democrática potenciando sobre todo la negociación entre padres y adolescentes dentro de muchas otras pautas específicas para esta etapa evolutiva.
Se debe atender más al contexto que crea o mantiene el problema que presenta el adolescente, en la mayoría de los casos. De todos los cambios a los que se expone el adolescente, los que más les afectan son los sufridos en el ámbito familiar incluyendo a todos los miembros que lo forman y es que no solemos dar importancia a hechos tales como enfermedades, separaciones, decisiones laborales o académicas, crisis de la mediana edad, modas, cultura o ídolos a los que siguen entre otros. Todo ello repercute en el adolescente y este a su vez afecta al contexto en el que vive provocando situaciones de tensión o impidiendo el desarrollo normalizado del día a día.
Los problemas más recurrentes suelen centrarse en: la identidad, ¿Quién soy?, ¿Qué me gusta o que no me gusta?, ¿Cuáles son mis fortalezas o debilidades? ¿En qué me siento válido o a que puedo dedicarme?, donde hay que destacar que actualmente vivimos en una sociedad que carece de modelos con valores que potencien la seguridad, igualdad e integración. Por otro lado, las habilidades sociales son otro de los puntos fuertes de esta etapa, donde encontramos que mediante los grupos terapéuticos logran un entrenamiento más rápido y eficaz.
Ante la demanda de los padres basada en la falta de madurez y responsabilidad que presentan algunos de ellos, se trabaja el distanciamiento entre padres e hijos con el fin de lograr que ellos mismos sean quienes asuman las consecuencias de sus actuaciones y tomen conciencia de que papá y mamá no siempre estarán ahí para ayudarlos y lograr disminuir ese “narcisismo adolescente”.
Finalizando, se debe concebir la adolescencia como un periodo de cambios biológicos, psicológicos y sociales dentro de un proceso de separación entre padres e hijos para lograr una exitosa emancipación del adolescente en un futuro cercano, y que conlleva numeras tensiones entre los miembros que conforman la familia. Por lo que se recomienda un asesoramiento y entrenamiento incluyendo al sistema completo para disminuir las posibles dificultades que pueda ocasionar o aprender a gestionarlas de una forma más adecuada.
Lorena Soler Fernández
Psicóloga especialista en Infancia y Adolescencia
Nº Col AO-08356