Qué hacer tras sufrir un accidente cerebrovascular o ictus
El accidente cerebrovascular (ACV) ocurre porque se produce una interrupción del flujo sanguíneo hacia el cerebro o cuando un vaso sanguíneo se rompe. Por tanto, los ACV se clasifican principalmente en dos tipos: isquémicos y hemorrágicos.
El riesgo de sufrir un ACV aumenta a partir de los 55 años. Entre los factores de riesgo del ACV nos encontramos: malos hábitos (dieta inadecuada, falta actividad física, consumo de tabaco y alcohol), diabetes, cardiopatías, entre otros.
Los síntomas y las secuelas tras el ACV también son diversos (físico, cognitivo o emocional). Las alteraciones neuropsicológicas que puede presentar la persona dependerá del territorio vascular afectado. Por lo que las alteraciones del lenguaje que se observan en algunos pacientes se deben principalmente a una alteración en el hemisferio izquierdo.
Debido a que las secuelas pueden ser diversas, es necesario realizar una valoración integral del paciente. Una vez que el paciente ha sido atendido por los médicos y se encuentra fuera de peligro, se debe valorar el estado cognitivo, emocional y físico del paciente para comenzar lo antes posible con el tratamiento rehabilitador y recuperar en la medida de lo posible, las funciones perdidas o aquellas en las que presenta dificultad.
En el Centro Háblame realizamos valoraciones de las funciones cognitivas, emocionales, conductuales y físicas de las personas que han sufrido un ictus. Estas valoraciones son llevadas a cabo por los psicólogos, logopedas y fisioterapeuta del centro. Una vez realizada la valoración, llevamos a cabo el tratamiento que más se ajuste a sus necesidades. Además, proporcionamos asesoramiento a los familiares a lo largo de todo el proceso rehabilitador.
Isabel María Molina Torrente
Psicóloga
Máster en Neuropsicología
Nº Col. AO-10582